El techo



El techo

Aquí se encuentra la mayor dificultad de toda la construcción. La primer parte es sencilla, se deben seguir todos los pasos como si fuera un techo común. Primero se coloca el machimbre transversal a las vigas, aquí la construcción comienza a tomar rigidez. Luego los aislantes, en este caso utilicé una combinación de ruberoid y aislante para reducir el costo. Lo óptimo sería hacerlo todo con aislante. Se colocan los bulines de yesero paralelos y por sobre cada viga, la función de los bulines es separar las clavaderas de los aislantes, gracias a esto, la humedad que pueda condensarse en las chapas o  alguna filtración podrá escurrirse por sobre los aislantes hacia los costados. Luego las clavaderas de forma transversal a las vigas y por ultimo las chapas. Al clavar las chapas, todo el conjunto paredes y techo, adquiere la rigidez final de la construcción. Las chapas que utilicé son calibre 25 las calibre 27 también sirven, las calibre 24 puede ser muy gruesa como para dar la curvatura necesaria al techo.

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La diferencia con un techo plano es que vamos a utilizar chapas rectas que vamos a curvar al momento de clavarlas. La fuerza de las chapas en sus extremos va a ser muy grande, será necesario “atar” o fijar a los extremos de las vigas las dos clavaderas externas. Todo el procedimiento lo voy a explicar más adelante con fotos. Pero la mayor dificultad no se encuentra en forzar la curvatura de las chapas, sino en que no se pueden  presentar y acomodar todas las chapas para luego clavarlas como si fuera un techo común. El método que utilizamos con la persona que me ayudó fue el de colocar la primera chapa y luego clavarla para posteriormente colocar la siguiente y clavarla y así con el resto. La dificultad radica en que si la primera chapa no se clava a 90 grados respecto al lado largo de la construcción, cuando terminemos de clavar la última chapa nos podemos encontrar una desagradable sorpresa. Gracias a que la persona que me ayudó tenía experiencia en la colocación de techos y advirtió el inconveniente, solo tuvimos que desclavar la primera chapa para reacomodarla un par de veces y con la esperanza de que cuando lleguemos a clavar la última, el ángulo que pudo haber tenido  la primera chapa no afectara mayormente. Cosa que felizmente ocurrió.


En las siguientes imágenes puede verse un techo correctamente colocado y uno con el posible error a evitar. La línea de puntos muestra la posición de las paredes.


Si las chapas tuvieran la curvatura de las vigas, sería fácil acomodarlas para posteriormente clavarlas como si fuera un techo plano. Pensando en algún método para poder solucionar el inconveniente,  podría servir el clavar temporalmente una madera para que suplemente uno de los lado del techo y apoyar todas la chapas como si fuera un techo plano con inclinación. Uno de los extremos de las chapas van a quedar apoyadas sobre una de las clavaderas externas y todos los extremos opuestos de las chapas van a quedar volando por arriba de la otra clavadera externa opuesta. La idea es clavar todas las chapas sobre la clavadera en que están apoyadas y luego de retirar la madera que servía como apoyo temporal, hacer descender y curvar una por una para poder clavar el otro extremo. Esto es solo una idea quizás haya otra forma mejor de controlar el posible ángulo de la primera chapa.



No hay que menospreciar el pequeño ángulo que pueda formarse al colocarse la primera chapa. Este debe ser mínimo o inexistente, no prestarle atención afectara la perpendicularidad del techo respecto al eje largo de la construcción. El no tomar muy seriamente esto puede reservarnos una desagradable sorpresa, teniendo como única alternativa el tener que desclavar todo el techo y como resultado un montón de chapas perforadas cuyos agujeros no van a coincidir nuevamente con las clavaderas.



 Forma de reemplazar el aislante


En algunas casas antiguas se usaba un método muy efectivo. Se colocaba un entablonado sobre las vigas y por sobre el entablonado se colocaba una capa de uno o dos centímetros de barro. El barro absorbía las gotas de condensación o filtraciones y las evaporaba lentamente impidiendo que lleguen al cielo raso. Esto ahorraría los aislantes. Las clavaderas irían directamente apoyadas sobre el machimbre ahorrando también los bulines de yesero. Solo habría que comparar el grado de aislación térmica que proporcionaría la capa de barro respecto al ruberoid y el aislante. Quizás lo pruebe en un galpón o construcción similar.



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